Tristeza,
la que arropa nuestras almas,
la que llega en las heridas abiertas,
esa,
que está presente en las ilusiones muertas;
la que nos acompaña en la soledad callada
Tristeza que se siente al no poder tener el amor deseado,
al no poder compartir el corazón amado;
al sentir que lo que anhela el alma
es el infinito cielo que no se alcanza
Amiga inseparable de nuestras lágrimas
que arde en nuestro pecho como dolorosa llama
y viene presurosa cuando ve, que el dolor
nos aprisiona el alma, nos rompe el corazón
Tristeza que a veces se queda indefinidamente
cuando el amor en nuestras vidas no está presente,
esa, que con melancolía nos arranca el llanto
cuando sufre la agonía del desencanto
Esa, que por diferentes causas,
oculta tras las nubes la esperanza,
la que no nos deja ver el horizonte
que se nos esconde
Es esa bruma que nos ahoga el alma
y no nos permite ver más allá la claridad
porque se adueña del corazón, que calladamente clama:
Aléjate tristeza, déjame por lo menos vivir
en paz,
en tranquilidad.
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