V eo en ti a Dios, al mirar tu
I magen divina y
R enace en mi la fe de un
G ran amor, al acariciar tu piel alabastrina.
I nstintivamente, el pájaro canta en su
N ido, así como yo en tus brazos, solía quedarme dormido.
I ntentaré revivir tan hermosos días,
A quellos en los que compartimos tantas alegrías.
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