El corazón de una madre
es como esa vasija agrietada
de esa fábula,
vasija que se usaba
para transportar agua,
que sin darse cuenta
iba derramándola por el camino
y con el tiempo, en esa vía, libremente
iban naciendo las hermosas flores silvestres.
Así es el corazón de una madre,
en él nace y permanece ese amor
que va regando como nadie...
no importa las hendiduras o
heridas que su corazón
tenga o haya recibido;
ese amor regará
y florecerá
en cariño,
siempre,
hacia sus hijos.
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