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HECHO DE TANTO TIEMPO

HECHO DE TANTO TIEMPO

El viento gime a través de las hojas...
Isidore Duchasse (Conde de Lautréamont)


Bajo el candil del viento, los años
Han caído en la boca ávida del invierno;
Ahora lo sé cuando las hojas caen
Y los balcones unen la herrumbre
Con el cierzo; cuando resbala la lluvia
En los ojos y la luz arde sobre un libro.
Bajo el fondo de mí mismo,
Tantos años vividos en la sombra,
Que olvidé los sueños o todo fue soñar
Con esas tres vocales de la piedras
Y las consonantes de la libertad.
Inútil. Tu cuerpo no está aquí junto al mío.
La lluvia y el viento lavaron las huellas
Que tanto gustaba ver sobre la arena
O la tierra suelta del campo. Inútil.
Inútil cuando centellea lo indeciso del abismo
Y emergen sábanas estáticas y silentes harapos.
A menudo el destino deja de ser fantasía,
Para convertirse en trenes agónicos;
Jamás pensé en sus páramos escarpados,
Ni en su milagroso candil de profeta.
Tanto tiempo vivido y mendigo un pedazo
De país, un papaturro de caricias,
Y una tormenta de azules mazorcas.
Haz tú que caliente mis manos
Juntas al abrazo y al corpiño,
Juntas a la sangre para formar otro reino,
Juntas al delirio de las venas
Donde la lengua escarba hermosas transparencias.
Sé tú, Patria, mi oráculo, mi grano de sal;
Sé tú, la boca embriagada de la eucaristía.
Sé tú, entre los cipreses silenciosos de mis poros,
El horizonte derretido por los pasos:
El retazo de vida al cual aspira mi alma.
¿Qué soledad puede enfriar tanta herida?
¿Qué sollozos no son mármoles en la memoria?
¿Qué muralla deja de ser sombra o cárcel?
¿Qué lágrima deja ser tan fuerte como una esquirla?
¿Qué memoria no enluta las herencias?
¿Qué ojo deja de ser una caverna frente al mundo?
Y tú no estás aquí con tus pechos de espigas,
Con tu delantal de sueños, desnuda,
Sobre la mesa, inundando la existencia,
La habitación del bosque, el idioma del follaje.
En fin, me cansé de quererte como eras:
Patria más fuerte que el mar y la vigilia,
Retablo donde ningún sueño moría,
Puerta donde nadie gastaba garganta para abrirte.
Ahora espero que la noche baje junto a la luna
Para vaciar ese río sideral de espesa leche
Y repartirla con los hervores de los sueños.
De otra manera no creo que nademos en el universo,
Ni develemos su fuego misterioso...
El Pital, 9 de mayo de 2004.


André Cruchaga

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Publicado el: 09-05-2004
Última modificación: 00-00-0000


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