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ESBOZO DE LA NOCHE

ESBOZO DE LA NOCHE

“Uno palpa razones inexplicables, barajando palabras”
Poemas de Agenda: José Hierro

De pronto me encuentro con seres
Durmiendo en la intemperie. Seres vacíos
Tocan la ceniza errática de la noche.
Seres como hojas secas rotos en sus sentidos,
Sin códigos más que los amarillos del sueño.
Es la noche oblicua de las güijas,
Es la tumba infinita de las combates.
Callo mis vocales frente a su neblina encumbrada.
Callo. Al callar nadie existe. Nadie sin hoguera:
Zumo de los herrados como bestias.
En las calles el viento ofrenda banderas;
Pero también bares con camándula de cruces,
Lúgubres genitales sin dueño,
Demencias sin un patrimonio fijo:
Ocio, intestinos secos, pezones macilentos.
Durante la noche sólo se ven escombros:
Hace calor. Hace frío. Se hace el hambre.
No hay puntos cardinales ni bosques:
Sólo aves sin corbata en la espuma caliza
De los carceleros, de los gramos victoriosos
Dejados en las retinas de angustioso cautiverio.
A menudo la noche tiene falda o pantalón
Donde cuelgan la barbarie y los escombros.
Nada más. Es un viaje entre contorciones
Y pocilgas de opulenta metafísica. Nada más.
Su mobiliario fue labrado para un anfiteatro,
Sediento de jinetes y nomenclaturas.
Necesita un torniquete, quizá un destierro,
Para elucubrar sobre la teoría de los estambres
O la memoria de un humanista
Para que el alambique de la antípoda
No sea un paisaje tan austero.
La noche, ciertamente, subió a la categoría de ceniza:
En los nidos de las pájaros,
Cabe la Patria, esos pequeños criminales
Hurtando manufacturas, reflejos, latas de coca cola
Dólares migratorios que nos niegan para siempre.
La doctrina de la noche es esa:
Pero también, perdernos en la fisura caótica
Del vacío, en el vértigo oscuro de la espina,
En la orgía del columpio, en la lengua oscura
De los espejos, en la huella de los martillos,
En la liturgia febril del chantaje...
La noche es esto: Una plegaria con espadas,
Ventisca de rezos drogados, campanario sin alma,
Bulto cuyas mandíbulas trituran la onza del rito,
Hasta que el pillaje asalta los púlpitos,
Y la orgía se convierte en suculento monopolio.
La noche no levanta campanarios, sólo musgos;
La noche no erige paraísos: Borra todo horizonte.

En su claustro el hombre agoniza.
Casa de la yedra, 10 de mayo de 2004


André Cruchaga

Copyright © Todos los derechos reservados.

Publicado el: 10-05-2004
Última modificación: 00-00-0000


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