A don Miguel de Cervantes,
(Don Quijote de la Mancha) tan joven como siempre.
Querido don Miguel: este vuelo
De cuatrocientos años pesa en los sueños.
Ha atravesado borrachos, rameras y muertos
De una angustia que estorba en las alas.
Usted, don Miguel, no tuvo miedo
Al trueno de los arcabuces, ni a los molinos,
Ni al anca encogida de su Rocinante.
Anduvo en ardua jornada, lo sé;
Gastó con desvarío las ventanas de Lepanto,
Y llenó de mundos y orgasmos
La imagen reflejada de su Dulcinea en el espejo.
Tiene usted, el crepúsculo de invierno
Que Federico soñaba, los astros respirados
Por Vicente Aleixandre y el llanto hortelano de Miguel.
A pesar de las mudanzas del tiempo,
Usted, don Quijote, sigue encantado;
Y lejos de ser una Triste Figura, su Merced,
Es gloria y honor del Toboso sueño:
Es gloria de esa rosa dibujada en su armadura…
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