Al poeta Roberto Juarroz,
Pues “la vida es una manera de desvanecerse”.
En el fondo de las ausencias están los pájaros
Aleteando como un río que acompaña
A las piedras con un beso profundo.
Sobre los techos el aire hace la siesta;
Mientras las lagartijas horadan el horizonte.
Usted desde la altura de las manos, descalzo,
Escribiendo racimos verticales de poesía,
Sin que los senos se agoten o esfumen en años,
Sin que la transparencia vertebral
Caiga en ciega herida.
De tarde en tarde en tarde lo veo jugar:
Corre a encontrarse con el alfabeto,
Niño que juega, mano abierta,
A corporizar la mesa, los platos, los manteles,
El nido donde el ave dibuja su vida
Y piensa en la oscuridad de si misma.
Ese hombre es usted. Pero también llama del bosque:
Círculo de las cosas. Forma. Línea abierta
De la fábula donde se exploran el juego del latido
Y el reverso del agua ausculta en las piedras.
Desde cualquier trance provocado por el asedio,
La madera modela anarquías: catálogos
Del hombre, el labio y la lengua,
Cumplen con su destino: caminar por cuenta propia,
Aprender el ritmo constante del agua,
Y desestimar los límites estrechos del papel.
Así, tal vez, le demos traspiés a las palabras
Para ver los gestos del abismo en los rostros…
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