Regresaron los besos y las dudas,
el amor que estaba entre tinieblas,
y cientos de preguntas sin respuesta.
Me declaro inocente cuando pienso,
que un altar no es la vida solamente,
ni el sermón de los viernes la atalaya,
ni los besos perdidos son la muerte.
El lamento sin fe no sirve ni consuela,
ni el dolor como odio sube al cielo,
es por eso mi amor, yo te lo digo,
que los besos que guardas con sigilo,
no caducan jamás en el olvido.
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