Sí, te vi ayer luciendo en la ventana
tus pómulos de mística realeza,
tu casto manto, toda tu belleza,
los timbres claros de tu voz temprana.
Brillabas como rosa pasionaria
por limpio amor, de tu pasión secreta,
sin proponer por ello la discreta
o turbulenta urdimbre temeraria.
Sonora el arpa y doliente veta,
edénicas palabras de profeta
responso del dolor, silente calma.
Un camino engarzado en el rosario
que encierra su pasión en el sagrario
y guarda la ilusión dentro del alma.
|