Una cauda de luz abrió la aurora
de aquella tu ilusión feliz, remota,
sin precisar siquiera de la rota
fuente, la forma audaz y delatora.
Y fue como volver, ya de repente
a ese punto inicial, al punto fijo,
cuando sentiste que creció en tu vientre
el aleteo, sí, de otro hijo.
Pero quiso tal vez tu mala suerte
hoy, posponer la maternal caricia,
la suave mano en la rizada frente...
para darte mañana la delicia
de repetir la hazaña; dulcemente,
abrir ante la vida otra franquicia.
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