Hay tantas cosas que se pierden en esta vida,
que resulta muy largo enumerarlas en poco espacio.
Pierdes el dinero, la tranquilidad y la alegrìa,
pierdes las llaves, pierdes la memoria muy despacio.
Pierdes los documentos, se esfuma hasta el sueño,
pierdes el trabajo, las oportunidades y el camión
y sin que lo puedas evitar, vas y vas envejeciendo,
pierdes la línea y el buen oído, se te va el avión.
Mas nada de eso nos debe preocupar en demasía,
en tanto que no perdamos la fe en nuestro Dios.
Perdemos a nuestros padres, es la ley de la vida,
ùnicamente nos queda acatar la voluntad del Señor.
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