Me tropecé conmigo caminando por un sendero estrecho, por un camino sembrado de ilusiones primeras, por un seguir tras la recua de los sueños luminosos que resultaron imposibles realidades.

Me tropecé conmigo en el punto del tiempo donde las manijas del reloj comenzaron a correr desquiciadas, girando en los absurdos, muriendo en los instantes sin rescate posible.

Me tropecé conmigo en la dolorosa constancia del amor fallido, del saber que por más que se diga, no bastan las palabras y los hechos demuestran sin vuelta atrás, que nuestro tiempo ya pasó.

Me tropecé conmigo en la hora cansada, en la hora muerta del descorrer las vendas de los ojos, encontrando a la desconocida que fui, reflejada en los espejos rotos que me rodean.

Me tropecé conmigo vestida de trapos viejos hechos jirones por las dagas lanzadas, desde la mano cruel que prometió ser el bastón donde apoyar los años que quedaran por vivir.

Me tropecé conmigo, en el momento justo donde se me hizo tarde la vida, donde voy asiendo del viento, la brizna en que se convirtió... ¡mi alma!





Migdalia B. Mansilla R.
Fecha: al montar la vida en un volantín, en el barrilete que sostiene un niño imaginando viajes a las estrellas.
Julio 03 de 2005

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