Naufraga el corazón como las naves
por ser la sinrazón de este momento,
me diste muy consciente un juramento
tan firme como el vuelo de las aves.
Amarte no es ardor ni es tormento:
ama la mano que la cuna mece,
ama la hoja que en la rama crece,
ama la luna y hasta el dulce viento.
El amor se ufana -ya no me espanto-,
de ser la gloria y la verdad sabida,
también es savia que nos da la vida,
lo mismo es cielo que nos da su manto.
Declaro así perdida la partida:
con este corazón... que sufre tanto.
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