Uno siempre sueña con ciertas lejanías:
El otoño cayendo en Central Park,
O las velas de intrépidos navegantes
En el Columbia River de Portland,
O los brazos del viento para sentir un cuerpo
Detrás de una mirada de ausencias.
Uno a menudo sufre cuando el atardecer
Se acerca y recuerda los sueños de ayer.
Uno se da cuenta que ya no se es de aquí ni de allá;
Hay una ola de orgasmos cuesta abajo,
Lenta, lenta y absorta como las gaviotas.
Hay un rebaño lánguido de luces
Cuando el invierno hiere las pupilas,
Cuando uno piensa en esa chimenea herrumbrosa
De los sueños imposibles…
01102004
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