Voy a morir de nostalgia por mi casa.
En ella entra el cielo a través de las ventanas.
Allí germina el mar y amanece el sol,
El zumo de los sueños y el latir de caracoles.
Todo en ella se tiñe de viento y ala;
Incluso los libros derraman alegría:
Ellos han formado una pared con el abecedario;
Ahora tengo un armonioso arcoiris
De consumados amores y ardores.
Al principio, la casa no daba espacio para ellos.
Porque fue construida sin turgentes besos
Y por manos destinadas para el granito:
Le faltó el verde y la yedra de los pericos,
Los chupamieles de la aurora,
El gozo húmedo de los lorocos,
Y el alma embriagante del jengibre.
Hoy está completa. Neruda la apadrina
Con una luna en su boina
para ver las claridades íntimas:
El corazón azul de los pájaros,
Y el bosque desnudo de la caligrafía.
Isla Santa María, 19032004
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