Cierro esta noche el bar de mi soledad,
mientras con una copa comparto tu recuerdo
para creer que aun no estoy muerto.
Cuando todavía conservo el calor de tu cuerpo
en tus palabras, el picor de mí
nostalgia aflora en mis ojos y yo cansado
camino por tus noches y mi agonia
en la penumbra, sin poder rodear las sombras.
Siento los ruidos del trueno en las alturas
que como tus palabras golpean mi corazón
y la cálida noche de Julio se viste de tí
y me deja la frialdad de un beso herido de muerte,
sin poder evitar lo inevitable.
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