Así lució tu nariz hierática
en el pajizo cielo mortecino,
entre palmas y el polvo del camino
de tu faz serena y emblemática.
Así lució en aquella primavera,
en los salones sutiles y elegantes,
al paso de nobles hierofantes...
en la fragancia de la paz austera.
Así lució para mi dicha toda
al centro de tus lindos ojos,
entre jazmines y claveles rojos
el día de nuestra casta boda.
Así será para mi simple gozo
tan augusta nariz y pequeñita,
camino del Belén y hacia la ermita...
la rosa suave de tu rostro hermoso.
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