En esta parte de mi país, en el oriente,
en un sitio llamado Jose
-no José, exactamente no se por qué-
Se yergue majestuosa e imponente
la basílica del cristo milagroso,
el Cristo de Jose, bendito y amoroso
sin puertas, con los brazos abiertos
esta bella edificación
con la frescura y la calidez
conjugados a la vez
en un espiritual encuentro
en este sitio agradable
de respeto y oración
a tan singular venerable imagen
Es anfitrión y protector de los viajeros
que en la solitaria vía se detienen
en el sitio señalado,
un oasis verdadero
para los que van o vienen
no importa cuan apurados
dejan a sus pies un regalo
una oración, una luz, hermosas flores
de diversas fragancias y colores,
se encomiendan a su protección
y continúan luego su destino
confiados que la bendición
del cristo que está en el camino
les acompañará en su recorrido
Es tan grato este paraje
y esa energía que se siente...
Una divina energía tan natural,
se oye el trinar de las aves
la brisa suave y celestial
que relaja el cuerpo y la mente
Me cautiva de manera especial
el caminito que lleva
desde este armónico lugar
hasta la lejanía
donde se vislumbra el mar
-delicado paisaje que me llena-
se respira paz y armonía
en esta comunión
que existe en esta vía
donde indudablemente
Dios está presente
en el Cristo de Jose
dando su santa bendición
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