"No tembles terra que no te fago nada"
dijo el Cid a la turgente Tierra
y desde entonces su vibrar me aterra
y vuelvo hacia otro lado la mirada.
Pero la Tierra es nuestra madre prodigiosa,
la esfera celeste que a volar nos lleva,
de la existencia de Dios es una prueba
y en el jardin del cosmos una rosa.
De tierra y agua hizo el Creador al hombre,
somos entonces de mundana arcilla,
de esa argamasa fuese la costilla
llamada Eva por su corto nombre.
¡Oh Tierra inconsútil! Amada amiga,
somos tal vez tus hijos los profanos
que buscamos con nuestras sucias manos
el oro de tu entraña bendecida.
¡Alto ahí caterva de suicidas!:
locos y necios, seres inhumanos,
agredimos a nuestras propias vidas
con conductas tontas, parricidas.
Agradezco los dones que me diste:
unos padres, una esposa, unos hijos,
mis nietos, mi Patria, mis hermanos
y las cosas que a mi alcance tú pusiste.
Cuando vuelva a la tierra... ésta mi arcilla
y me guardes en tu suelo redimido,
te pido seas por siempre tibio nido
y germine en tu seno mi semilla.
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