Aquellas lunas rotas,
gritaban entre sueños,
y dentro de mi alma
sembraron la victoria.
Insistí muchas veces,
ante las multitudes,
incitando al amor,
desistiendo del odio.
Y llegó la dulzura,
el abrazo y el beso,
y entre rocas de lava,
una ola moría.
Yo quise ser consuelo,
yo quise ser soldado,
de la paz y el viento,
de las causas perdidas.
Me enamoró la aurora,
me ennobleció la noche,
me hizo sordo el reproche,
me hizo rico el otoño.
Cuando te quise amar,
con la niebla de abrigo,
ya te habias marchado,
a la tierra del trigo.
Es por eso ¡mi amor!
que me muero de frío,
y me escondo en el cielo,
pero sueño contigo.
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