Muy temido por todos los mortales
es el fuego ante otros elementos.
Sabemos que los vanos juramentos
se castigan en las cuevas infernales.

Del hombre primitivo fue la gloria
cuándo buscandose la vida grata,
al toparse de pronto la fogata
dio un salto prodigioso de su historia.

El fuego es el abrigo de las noches
y cocción de los ricos alimentos,
alumbra con sus luces mil momentos
y obsequia con rubor muchos derroches.

Son siempre tierra, viento, fuego y agua
cuatro elementos hoy inseparables
y hacen posible el valor de los metales
de los guerreros que lleva la piragua.

El viento sopla y revive el fuego,
el agua llueve y también lo apaga,
la tierra gime y como blanca daga
penetra entera y se calma luego.

En incendios es roja llamarada,
destrucción sin par, siempre envolvente,
es un espasmo y algo repelente
y el principio del todo y de la nada.

Los hornos y volcanes son de fuego,
de fuego son así mismo los amores,
de ese elemento son luego mis dolores
y de llamas es mi refulgente ego.

Julio Serrano Castillejos