Amorosos los tiernos azulados,
que mecen el tiempo entre sus brazos,
mientras las olas bravas del otoño,
acarician la roca viva entre los mares.
La luz se marcha agradecida,
mientras danzan las gaviotas a su vera,
sintiendo que su vuelo y los recuerdos,
anidan la paz en la pradera.
Los árboles que gritan su quietud,
que sueñan con volar entre las nubes,
descansan al arribo de la tierra.
El sol que duerme entre colores,
avanza lentamente hacia el oeste,
con el turno de tarde omnipresente.
Los rayos se ocultan lentamente,
de la triste mirada de la luna,
de los versos que ensalzan su ternura,
de los lagos que irradian su locura.
Y yo postrado ante tus besos,
me arrodillo mi amor ante tu rostro,
con el honor intacto, te lo juro,
con la verdad delante de mis versos.
(A Maru, mi amiga , mi esposa)
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