El aire dejó de rozarme,
con su amorosa brisa,
dejó de asistirme,
pasa, en mi no para,
mi piel seca, termina.
Solo mi espiritu vuela,
mas allá de estas ruinas,
nada terrenal me asusta,
porque mi alma vive,
en solitud o compañía,
pero no teme a la vida.
Bienvenida seas nueva era,
dejo viejos pasos andados,
busco otra senda escondida,
por la que seguir caminando,
sin saber a donde me lleva.
Pero sigo mis sueños todavía,
de encontrar la fuente fresca,
para apagar mi sed constante,
del agua donde nace el rio,
limpia, pura, cristalina.
|