En la primavera del sueño,
se confunde la rosa,
con la deidad de su efigie,
en el pensamiento de su forma,
de la inconsonante idea,
que sucumbe en la memória.
Las palabras del insomnio,
se afligen, suspiran, lloran,
algun día florecerá,
el dueño de las odas,
entre musas y fantasmas,
que nadie ve ni toca.
¡Ay! del pensamiento,
que marchito la rosa,
que plantó el sentimiento,
y que arrancó la memória.
¡Ay! de mi sueño,
que confunde las cosas,
entre armónicas estrellas,
que se apagran solas.
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