De aquello que nunca fue encanto,
apartado en el tétrico rincón,
sigue al transcurso de los años,
como el día en que se abandonó.
Entre gemido y su querer santo,
una tarde que el llanto partió,
imaginó el paraje nunca muerto,
al fondo de su triste corazón.
Mas la diva del dios no quería,
buscar aquel tétrico rincón,
da idea de aquello que soñaba,
le dio el pensar que imaginó.
Queriendo suspirar en su regazo,
buscando el llanto lamentó,
no haber hallado en sus labios,
versos que fueran de pasión.
Para aquel triste recuerdo,
apartado en un tétrico rincón
la muerte complazca sentidos,
que la vida sea sin razón,
que el verso ya no se sienta
en los latidos de su corazón.
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