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Poema sin nombre


Sí, hoy quiero escribir sólo para ti
en la tiniebla opaca y prisionera
de medianoche, en la palma de tu mano
y en el prodigio oscuro de las sombras.

Que caiga ante nosotros el frenesí y todo el azul
de la montaña cuajada de la redondez del alba
y la inmensidad del alto cielo y de las peñas desgastadas…
el santo rumor de las conciencias, en tu ventana,
y sea la lluvia el canto y clamor de tus caminos y
luego las olas del mar, la ilusión en gajos de tu mirada.

Seré después como paloma mensajera y así posarme
suavemente en las rejas de tus manos, para sentirlas
con mis alas de plumas engarzadas en mi cuerpo.

Me miraré en las ojeras de tus ojos más grandes que la nada
y luego tocaré tu boca sin lastimar tu aliento, para no mancillar
tu alma de infanta y tus crepúsculos de verbena en primavera.

Te conduciré por los caminos delicados que nos lleven a las
mundanales inercias apagadas, cuajadas de silencios
y a todas las caricias, bañadas con tus besos.

Estoy desde ahora y gracias a ti matizado de bondades
del jugo de tus encantos mañaneros y de tu siempre aroma
de heliotropos sedeños,
de tu jardín de rosas y amarantos,
absorto de ser tan feliz
y de dormir como un niño mis sueños plagados
de quimeras, con mis despertares siempre albos como el pan de centeno.

Veo a los lejos los árboles cansados de tantas sombras perfumadas
y de cielos como los de nuestro añoso pueblo,
con sus cúpulas de iglesias coloniales y
los tejados polvosos de las casas
pintadas de blanco y de azul añil. La montaña llamándonos
para refrescar nuestros cuerpos con el viento húmedo del norte.

En todo esto siento la presencia de tu frente limpia y soberana ,
la frescura de tus mejillas y tu candorosa piel de durazno tierno,
tu vida con sabor a selva y de copla mexicana, cristalina como
nuestros viejos sueños de la infancia.


SEGUNDA VERSIÓN

Hoy quiero escribir sólo para ti
mientras me asomo como si fuese un águila en el azul de las montañas, en la inmensidad del alto cielo
y en la presencia de las peñas desgastadas.
Ser después como paloma mensajera y posarme
suavemente en las rejas de tus manos, para sentirlas con mis alas de plumas engarzadas en mi cuerpo.

Me miraré en las tardes de tus ojos más grandes que la nada
y luego tocaré tu boca sin invocar tu aliento, para no mancillar tu alma de infanta y tus crepúsculos.
Te conduciré por los caminos delicados que nos lleven a las mundanales inercias cuajadas de silencios
y a todas las caricias, bañadas con tus besos.

Estoy desde ahora y gracias a ti matizado de bondades, del jugo de tus encantos mañaneros
y de tu siempre aroma de heliotropos,
de tu jardín de rosas y amarantos,
absorto de ser tan feliz
y de dormir como un niño mis sueños plagados
de quimeras, con mis despertares siempre albos como el pan de centeno.

Veo a los lejos los árboles cansados de tantas sombras dibujadas
y de cielos como los de nuestro añoso pueblo,
con sus cúpulas de iglesias coloniales,
los tejados polvosos de las casas
pintadas de blanco y de azul añil. La montaña llamándonos para refrescar nuestros cuerpos con el viento húmedo del norte.

En todo esto siento la presencia de tu frente limpia y soberana , la frescura de tus mejillas y tu candorosa piel de durazno tierno, tu vida con sabor a selva y la fuente
cristalina de nuestros mejores sueños.






Julio Serrano Castillejos

Copyright © Todos los derechos reservados.

Publicado el: 24-09-2005
Última modificación: 14-08-2019


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