Vi a los montes desprenderse de sus pieles,
los árboles de su abrigo, de su manto.
Vi a la mar huir de mis andares,
se llevó con su resaca todo el encanto.
Vi a las aves emigrar, alejándose de mí,
aves de alas cortadas y triste plumaje.
Vi al sol fenecer tras la montaña,
la luna hueca, por ese largo viaje.
mis ojos, dolidos,
lloraron el ultraje.
siguiendo el inalcanzable horizonte
busqué alrededor el amor idealizado,
sin darme cuenta que la ansiada quimera
permaneció siempre a mi lado.
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