Hojas que como lágrimas se pierden,
en tinieblas profundas de soledad,
viento que gime y se enfurece,
haciendo a los árboles llorar.
De sus ramas, huellas de muerte,
redobles de campanas a un funeral,
cabalgando apocalípticos jinetes,
hacían al otoño suspirar.
Y en ocultos parajes de la muerte,
sentimientos que eran como el mar,
en la orilla del alma se desvanecen,
como fuego fátuo en la oscuridad.
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