A sangre y besos tomaré la plaza
de tus amores santos y maltrechos
para rendirte cual sensible alondra,
besando el palio de tu blanco lecho.
Hoy, disiparé mis inquietas ansias
al centro de tu numen bendecido,
en donde harás de un candoroso nido
el resurgir de las pasiones quietas.
Florearán las guirnaldas en las torres
del templo y en los nichos de las huertas
como fiesta de paz en la penumbra,
con regio broche que además impida
al corazón considerar mañana
la noche azul de tu dorada vida.
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