Aquella hora hermosa, dorada,
hoy sé que jamas fué nada,
fui yo que la cubri de ilusion,
y la borde con hilos de plata.
Amigo, te subí a un pedestal,
mientras te miraba y te adoraba,
eras mi dios, mi todo, brillabas,
sí,loca de amor por ti estaba.
Hoy por fin se aplaca la locura,
se abren los ojos del alma,
se cura la herida sangrante,
producida finamente a dentellada.
Vuelves a ser ya solo un nombre,
que leo en una página blanca,
fantasma que se queja, da pena,
pero que a mi, ya no me engaña.
Lo que un dia fué amor, cariño,
hoy es indiferencia buscada,
tu adios con la mano cerrada,
tu silencio, la amistad apagada.
Toro mas grande lidié sin plaza,
cuando mucho mas débil estaba,
ahora mi orgullo no soporta,
que me hayas dado la espalda.
|