He detenido el tiempo para que leas,
las manecillas del reloj las he quitado,
porque necias son en que tú las veas
y en hacer del presente lo pasado.
No hay más tiempo, por fin se ha ido.
Con una buena taza de café, sin prisas,
lee despacio todo lo que tengo escrito,
que te ofrezco mis poesías sencillas.
Asiste al desfile de mis sentimientos,
explora poco a poco, hurga las letras.
Hallarás alegrías, sueños, lamentos
y verás todo mi ser, mi alma entera.
Tiempo no sobra, tiempo no falta;
lo detuve, lo he roto en pedazos.
Tú, avanza y repasa con tu mirada
mis escritos, que a tí yo te regalo.
¿Cuál poema será de todos acaso el mejor?
Sólo uno, el que al corazón llega y atrapa,
el que leas y tu voz resalte con esplendor,
sólo úno, ése que disfrutas y no empalaga.
¿Cuál poema será de todos acaso el peor?
Sólo uno, el que al gusto causa disgusto,
el que leas y tu voz rechace por inferior,
quizá el más nuevo, tal vez el más vetusto.
Tú juzga, sólo avanza despacio, sin prisas.
He detenido el tiempo para que leas.
Quizá goces, tal vez sufras, acaso rías,
te invito, pues, a que mis poesías veas.
¡Tiempo no sobra... tiempo no falta!
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