Extiende la muerte,
su manto eterno,
en la apagada sombra,
de su vida encendida.
De un rincón oscuro,
entre lágrimas lamenta,
con triste y fugaz angustia,
lo que su memória escondía.
Nadie su nombre escribe,
a su grito no contesta,
puede caerse mil veces,
nadie su mano le presta.
Tan solo con él está,
en su mente presente,
la muerte, la noche fría
y la permanente ausencia.
Topó con camino de muerte
y en el encontró,
la flor de la vida.
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