Soñé, y en el sueño,
el mar era el cielo,
el cielo mar y tierra,
al pasar por la orilla,
pude coger con mis manos
las estrellas.
Vi rizos dorados en tu pelo,
allí escondida una de ellas,
en el profundo mar de tus ojos
una sirena.
Fué aquella noche espléndida,
en el albor de mi tristeza,
que pude coger tu mano,
¡tan dulce, cálida, y buena!
amor de primavera.
|