Con todos mis silencios te esperaba,
sentado en aquel banco de la plaza,
centenario testigo de mil dudas,
que azotaron sin tregua mi esperanza.
Siempre quise saber por que aquel beso
se convirtió en látigo perverso,
descarrilando sin piedad la luz del día,
hasta hacer de las sombras un pecado.
Ya se que perder el honor es de cobardes,
que llorar sin consuelo innecesario,
que esperar por la nada impredecible.
Con todos mis silencios yo quería,
que vinieras a mi, que me abrazaras,
con todos mis silencios te esperaba.
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