Por los senderos de lo intangible,
cruzas con donaire y galanura,
en ése ahora tu mundo infalible,
abstracto, divino, de hermosura.
Conservas intacto tu fino porte,
tu mirada verde esmeralda,
tus cabellos blancos con ese coqueto corte
y tus manos lindas, como guirnaldas.
No, es cierto, ya no eres la misma
y es que pensamientos ahora eres.
Vives en el cielo, en las nubes y sus cimas,
en los divinos bosques y azules valles.
Sí, es cierto, pero como eras, te recuerdo:
hermosa, buena, llena de virtudes.
Lo que hoy más yo lamento,
es que pensamientos ahora eres.
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