Eres tibia, sí… como el mar Caribe,
cadenciosa como las altas olas,
insinuante como las tardes solas
y rica como copa de jengibre.
Rotonda y claro eres de mis noches,
ondina que bautiza las mañanas,
eres miel hasta en el fugaz derroche:
niebla, risco y aurora en las montañas.
Siembras con tu espalda angosta, fina,
y germinas en tus caderas amplias
como Venus de Milo que ilumina
la oscuridad de mis lascivas ansias.
Oscuridad donde eres sensitiva,
noche de amor y de tormentos varios,
rayo de luz que corre a la deriva:
beso mortal de tus ardientes labios.
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