Partiste como una exalación
en negra noche cerrada
dejando trás de ti una estela
de congoja que me abrasa.
También dejaste a tu hijo
ese niño que te ama
el pequeño José Carlos
que pregunta por su "papa".
No sé que oscura obsesión
nubló todos tus sentidos
ignorando y olvidando
lo que un día fue tu casa.
En ella fuimos felices
o al menos eso decias.
Yo siempre te amaré
me jurabas sin medida.
Atrás quedaron vivencias
de tantas noches de ensueño
de sentimientos compartidos
y abrazos que eran mi vida.
Lloro impotente tu ausencia
sin saber bien el motivo,
tal vez te desbordó el compromiso
de ser padre, amante y amigo.
No olvides allí donde estés
que engendraste a tu hijo,
esa criatura inocente
que sueña con tus abrazos.
Si algún día lo consideras
y te recriminas a ti mismo
sepas que José Carlos y tu esposa
te acojeran con gran cariño
¡Vuelve mi vida!
¡Te seguimos amando!
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