Calla el alma de la luna...
y al callar espera la tarde;
el anhelado atardecer
-sin alarde-
Al callar nada pide
o quizás no lo dice,
porque sólo es suyo
su silencio y soledad,
pero siente que le enternece
la tibieza y el arrullo
del horizonte
porque siempre cálido, recibe
al corazón que sueña
y allí, la lluvia se esconde.
Porque el ocaso
con su beso sagrado
se funde en la tristeza
de la suave mirada
que se detiene, tierna
en ese silencio,
que languidece, rozando
a la luna cuando llega.
Ella triste y serena
dejará su rocío
sobre el día que despierta
sintiendo ya el frío
de un lento amanecer.
Calla el alma...
y espera el atardecer
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