Lo digo sin reproches, con anhelo:
quiero llegar a anciano con mis canas,
surcar la mar sin emociones vanas
pero emprendiendo por completo el vuelo.
Ver con cansados ojos siempre el cielo,
del mundo sus creaciones más humanas,
llamándole a las horas mis hermanas
viviendo los segundos sin recelo.
Dejar la vida entera en cada trecho
y en el recuerdo de la patria ignota,
beber así la cristalina gota
que escurra de los labios hasta el pecho.
Ser como una gaviota trashumante
que roza las laderas con sus alas,
o ser también como las aguas malas
que inflaman el dolor en un instante.
Morir entonces sin sentir la herida
del paso de las horas y los años,
ir sin quejas ni vanos desengaños,
decirle adiós… sonriéndole a la vida.
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