Yo tengo dos amores:
uno que es joven y me da la vida
otro que siendo viejo me da la muerte
el joven con su amor me castiga
el viejo solo sabe quererme.

Mi joven me promete cielo y estrellas
con mi viejo veo pasar la vida entera;
ese, me hace mil cosas para gozar,
aquel me representa la calma y la paz.

Mi amor joven es fuerza y virtud
pues tiene los encantos de la juventud,
a su lado paso horas sin tiempo
viviendo la vida en un momento.

Posee como nadie ese don
de amar a la mujer sin condición,
sin importarle nunca el que dirán
pues solo piensa en adorar.

Es como el mar embravecido,
cuando el viento por las olas galopa
siempre en la oscuridad me toca
siento la carne volverse loca.

Mi amor viejo en cambio es ternura
el cariño entregado en la locura,
con la calma que dan los años cumplidos
y el paso del tiempo vivido.

Le atraen las estrías que deja el tiempo
me acaricia como nadie lo ha hecho,
y en la penumbra de mi lecho
me susurra palabras al sentido tierno.

El es quien escogí para todo momento
vivimos alegrías, paz y sentimiento,
me regala su vida si así lo requiero
y puedo pasarme horas bebiendo su aliento.

No se que hacer por Dios que lo siento
pues ambos me dan amor y estremecimiento,
será que la vida me castiga por lo hecho
pero no puedo dejarlos sin efecto.

Así he vivido por mucho tiempo
escondiéndome de uno para otro amar,
y en las noches de mi soledad
busco siempre encontrar mi verdad.

No hay justificación para tal ambigüedad
porque deseo en los brazos del joven conquistar,
el amor que los años se han llevado en mi viejo
las intensas esperanzas de volverlo a tomar.

Maria*