Ayer cerré el desván de aquél hechizo,
con desdén, sin rigor y en cruel batalla;
la boca dice lo que el alma calla
y en el jardín se siembra el maleficio.

El maleficio que al honor estalla
en el vórtice cruel del precipicio,
cual bandera que arrastra aquél suplicio
entre la turba y toda la canalla.

Los hombres que se esmeran en placeres
se escudan en ardientes celosías,
y creen igual que tú, que ayer creías
estar en Dios y en todas las mujeres.

Te busco en el manjar y eres escoria,
te encuentro en mis fervientes fantasías,
eres vertiente de mis negros días
y manantial de mi supina historia.

Ya pasas por la vida, veleidosa,
tejiendo de tus redes sin aseo,
si estoy pensando en ti yo siempre creo
que naces a la vida… voluptuosa.

Escondes tu tristeza en carcajadas
de tu alma adolorida y siempre vana,
te agusanas por dentro, cual manzana,
cuando vives en fiestas y humoradas.

Te beso sin amor y al dulce tacto
de tu mano sutil y efervescente
se sublima el placer tardíamente
en el loco fragor de tu contacto.

Mujer vencida, de fatal costumbre,
erótica ilusión del cruel deseo,
quisiera no creer en ti y bien te creo,
me place tu historial de podredumbre.

Julio Serrano Castillejos