Su amor tan frágil como el papel de China
y sus muslos más esquivos que un salmón
surcaban ayer a la deriva.

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Tus manos dos palomas saltarinas
cual mariposas blancas de suave brisa
y de amor sereno y quebradizo.

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Tu boca se abrió al portal de mis antojos
y en cada labio llevabas media luna
tan lánguida como un suspiro.

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Rodó el broche de tu alma y al abrirse tu corpiño
soliviantó a mis ojos tanta fogosa lujuria
de esa noche espesa como un manglar.

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Despunta siempre el día en tus manos
al iniciar las horas del amor y entonces
el llanto pausado escuda la melancolía.

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La lujuria es carne, el amor son besos,
tu sonrisa es limpio desagravio y tú eres
como el alba y el sabor de los cerezos.

Julio Serrano Castillejos