Soñé ayer tus pasos peregrinos
esculpidos en fúnebres cortejos,
reflejándose en múltiples espejos
del fausto espolvorear de los caminos.
Rieló el amanecer y en los destinos
de aquellos mis pesares circunflejos,
llenáronse mis broches de los dejos
de tus ojos paganos y felinos.
Al trasponer la trasluciente puerta
de aquella esplendidez exuberante
de un largo caminar y así confusa
cayó la tarde como alondra muerta,
cuando la luna con su luz menguante
fraguó el zodiaco de tu paz difusa.
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