Mi corazón se consterna
sumida en dolor mi alma
al vislumbrar que tal vez sea
tu despedida a lo Eterno
Me impactó en gran manera
tu aceptación resignada
con serenidad y calma aguardas
a la Gran Casa tu regreso.
En tus ojos ausentes, sin vida
se percibe tu luminosa alma
repleta de buenas obras
y valores que atesoras
Te ví serena y paciente
con certeza las dos lo sabemos
nuestro abrazo fue inmenso
motivando la emoción en llanto.
Tus ojos sin vista me hablaban.
¡No llores por mí, estoy tranquila!.
Adiós, y hasta pronto te dije
intuyendo pronta tu partida.
En mi recuerdo y alma conservare
tu carisma sensible y noble
el que conocí hace muchos años
siendo apenas yo una adolescente.
En este poema rindo homenaje, a mi ancianita querida, de 93 preciosos años
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