El amor es la piedra incandescente del alma,
el aroma del cuerpo y la luz del universo.
Es la espiga que inunda con su fulgor
la piel, la palabra y los sentidos.
No tiene forma pero es la interrogación
de todas las vivencias del hombre.
Está atrás de un pecho cuando huele a leche
y estalla como supernova en nuestra boca.
El amor es brillante como sol, duradero como
lámpara votiva e incomprensible como un niño.
El mundo sin amor sería un desierto, una ortiga
misteriosa y un campo estéril cubierto de lágrimas.
El amor calla en la voz de una madre, gime en la
de un amante y suspira en la de un adolescente.
Es la nave perpetua de todos los sentidos
y el único sueño que se vive despierto.
Lo inventó Dios para los humanos
y también para lavar las penas.
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