Amanecí llorando,
tu voz, me roba la calma,
hasta olvidarme de mi,
perdiendo casi el alma,
la que no regalaré de nuevo,
para poder guardarla.
Recorrí cada tiempo pasado,
cada beso, cada mirada,
cada mañana fuera de hoy,
que yo vivía enamorada.
Eché a correr, no podía ser,
miré mis manos, vacías, ajadas,
a dónde se fue el amor de ayer?
en ellas de ti no queda nada.
Absorta, perdida la mirada,
como una autómata,
sin pensar en nada,
solo unas lágrimas saladas
resbalan lentas por mi cara.
Me asomó a la ventana,
ella que siempre está ahí,
me escucha callada,
siempre fija, recibiendo
el anochecer y el alba.
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