Mírale las manos.
Aradas por mil vientos.
Curtidas de sembrar
donde sus hijos.
Exhaustas de cosechar
dolores y porfías.

Mírale las manos
pobladas de ilusiones.
Cansadas de esperar
suaves caricias.
Ajadas de escurrir
pañuelos tristes.

Mírale las manos
macías de emociones.
Temblando de enhebrar
sábanas mustias.
Nacidas para amar.
Trémulas ninfas.
Magras de gozos.
Plenas de noches olvidadas.

Mírale las manos.
Quebradas de agitarse.
Marchitas de tantas despedidas.
Agónicas de curar tantas heridas
a veces sin fuerza para el rezo.
Multiplicando esfuerzos
para enjugar tus penas
con sus tenues yemas
con su breve aleteo
en tu rostro demudado.
Engarzando tu dolor.
Dibujando sonrisas en tus labios
con sus frágiles dedos
olvidados calígrafos del alma.

Mírale las manos
y besa cada pliegue de su carne
y vierte tu rostro entre sus palmas
quebradas de tanto forjar inmensidades.
Vacías de sueños que dejó volar
a tu partida.
Conformadas en nido
a tu llegada.
Derramando ternura
hilvanando palabras con sus gestos.

Mírale las manos
y bendice la hora de encontrarlas.
Arrugadas de soles y de lunas
pero llenas de vida para darte.

Marta B. Carrillo