Y aún mi corazón late estremecido
al no poder mostrarse indiferente,
qué menos acallar la ruda mente
respetando que yace malquerido.
Quizá el alma celosa de su nido
se esconda bajo el brazo un referente,
para cuando los golpes le hagan frente
poder salvaguardar su honor erguido.
Pero entre más maquina mi cerebro,
no consigo el amor que tanto quiero,
ni dejando volar el pensamiento.
Voy a dejar de hacer algún requiebro,
-entre tanto mi ardor luzca sincero-
y mi libertad no hiera el sentimiento
|