Sereno flamboyán emerge sobre el lodo,
orgulloso y frondoso frente a un viejo camino.
Sus ramas obedecen al viento campesino,
el solemne follaje, abarcándolo todo.
Su corteza ancestral sigue hablando a su modo,
en ecos mil historias, de engaño y desatino,
de doncellas heridas, del amor clandestino,
trovadores cantando, en su vía al recodo.
En su sombra cobija, el sudor del arado.
Guarda en rojo carmín deslumbrante belleza,
es su tronco respaldo del andante cansado.
Junto abrazos de sol da su miel y pureza,
de sus flores la danza, con el verde del prado
y del cielo el rubí que mostró su nobleza.
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