Silencio que pace en el cementerio,
Sagrado reposo, de paz reboso
cantan los jilgueros, en el herboso
y rígido porte del ciprés, serio,
que orla la senda bajo el cielo raso
y avista la torre del campanario.
Compañero en su existir solitario,
son sus campanas, de abolengo craso.
Fiel al destino de un sacro amorío
al viento entrega su canto jugoso,
mientras el ciprés, sufre su martirio.
También el viento, eco dadivoso
redobla los tañidos, con más brío,
para que el ciprés, se vuelva gozoso
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